viernes, 1 de marzo de 2013

De corazón, conrazoncito y las tías más queridas...



El tiempo es oro, 
el sol es el fuego, 
Y al son, son los ritmos del corazón ...



Ha pasado casi una semana...“Le temps passe ¡vite!” aún recuerdo el sol resplandeciente  quemando mis mejillas descoloridas,  aquel  mar de mi tierra salvaje que deja de serlo solo cuando  la luz se  reposa lentamente al atardecer. 





Hoy amanezco entre la oscuridad de la habitación, casi sonámbula, en medio del silencio y  la tranquilidad. En este escenario el paisaje es invernal, miro como se extiende a través de las ventanas vigilantes de nuestro balconcito. Una sabana espesa de niebla se mimetiza con la alfombra blanca que descansa sobre el lago, y entre el espesor  algunas luces se distinguen serenas del otro extremo, son de aquellos edificios modernos de Lindhagen




El termómetro marca18 grados bajo cero -¡No pasa nada!-, esto es normal aquí en el norte, ya hacía falta vivir el invierno bajo cero: Nieve, hielo, frío, sol que se escapa y se asoma de vez en cuando, clima escandinavo. Algunas personas resbalan no saben como caminar sobre el hielo traicionero, así es para aquellos extranjeros como yo. Se debe  pisar firme, ¡con cuidado! Esto es como de cuento -¡De cuentos maravillosos!-,  leídos en la infancia en aquellas tardes de rico ocio.




Me escapo un momento del paisaje y mi mente transforma la niebla en imágenes que resplandecen sedientas en días de sol. Me he traído algunos recuerdos especiales en mi maleta,  propongo sacar esos recuerdos y a abrir el telón...Ahí están las tías mas queridas de mi vida. 







Ahí en el patio central de los juegos, al ritmo de la tertulia, me preguntaba  en medio de aquella conversación tan amena...¿Quien no tiene alguna tía querida y añorada? 




Las tías que miman, las que por azares del destino no se casaron, las que no tuvieron hijos, y se preocupan por nosotros, que piden por la salud de su familia, que rezan cada mañana y cada noche a La divina providencia o a San Juditas Tadeo...




Que afortunado se puede ser pensé, rodeada de cariño entre los mimos y bendiciones. Empecé a contar a las mujeres más cercanas, a las mujeres hermanas,  amigas de mi madre. A las tías de cariño, a las tías de sangre, las mujeres que se acompañan.  Mientras que mis pensamientos vuelan miro a mi madre con su sonrisa y sus labios color como de carmín parecía aun la  reina de sus tiempos.



Observaba a cada una de ellas,  expresándose como un ramillete de flores diferentes, de distintas sabias, de distintos tiempos. –Mi madre, nos muestra con dulzura, una vez mas de aquellas fotos, ahh... sus viejos tiempos, las vuelvo a mirar con ¡gusto!, no me canso, siempre hay algo en el recuerdo, una nostalgia compartida. –Mira hija el fue mi ¡novio!- Cuenta mi madre. -¡Si que era guapo!-, -¿Quién era, que no recuerdo?, Contesta mi tía Carmelita – ¿Y, este...?- - ¡Ayy! – Suspira mi madre- ¡Que bonitos tiempos de bailes...! y ¡Que elegancia! una vez mas mi tía  Carmelita, -¡Si!-  añade mi madre orgullosa, de sus memorias.

No pude dejar de recrear aquellas frases memorables que suelen decir las tías,  con amor y ternura cuando sin previo aviso llegan a casa para saludar a mamá, a la familia y cuando estoy de visita: “ya llegue hija” , “pido mucho por ti”, suelen decir si se nota alguna preocupación: “todo va a salir bien, primero Dios”. Y no falta que te lleven algo... -¡Mira hija te he traído un regalito!- Las tías, siempre con lindos detalles...




Uno de esos días de mi estancia, decidí invitar algunas de las tías a comer a casa de mi madre en agradecimiento y poder escuchar sus conversaciones tan amenas. Sentadas ya a la mesa surgía espontáneamente la conversación. Mientras yo terminaba de  preparar la comida, la celebración continuaba alegre alrededor de la mesa.... cultura de ricos sabores: nopales, queso fresco y sin que faltara el guacamole de la tierra del ¡aguacate!, etc.  Poco a poco surgían las anécdotas y chistes, es como si no pasara el tiempo de juventud y se mostrara la frescura como las flores que perfuman la casa.



-¿Te acuerdas cuando hicimos aquel viaje rumbo, Acapulco?-  Cuenta una de las tías -si-  contesta encantada la tía Mema, -eso fue en el '78-  -¡ Si, claro!- Teníamos todo el tiempo y "sin prisas", entonces no había de que preocuparse... 



Y continúan su relato... recuerdo que en aquel viaje decidimos ir a las grutas de Cacahuamilpa, pero entonces como también teníamos tiempo de sobra decidimos ir a un sitio más, nos subimos al autobús rumbo a Ixtapan de la sal que por cierto no había mucho que ver. No teníamos hotel pero no, nos preocupaba. Así que  llegamos al pueblo y preguntamos a la primera persona que pasaba en un coche, era un señor... -Disculpe donde podemos encontrar algún un ¿hotel?, -¡Yo los llevo!-, contesto el señor amablemente.




Sin pensar dijimos: -¡Si gracias!-, así que nos llevo a buscar el sitio donde hospedarnos, llegamos a un hotel. Antes preguntamos al señor que si podíamos dejar las maletas mientras preguntábamos si tenían habitación. - El señor muy amable nos espero- –¡Como!-  Interrumpimos un poco sorprendidas, pero que no pensaron que el señor podía robarles ¿las maletas...?-¡No, no!- !No pensamos en eso!- Contestaron y continuaron diciendo que aquel hotel era un poco sucio y deprimente así que decidieron buscar otro, por lo que el señor las llevo a buscar otro hotel.  Después de una breve reflexión ellas dijeron: -!Y pensar que no lo conocíamos!- pero en estos tiempos no era arriesgado o quizás éramos muy inocentes. Una vez más reiteraban suspirando, -!Si, eran  otros tiempos...!- Nosotras reíamos mientras disfrutábamos de la comida.

¡Ahh.... suspiro! Mis tías queridas, desafortunadamente una de ellas ha partido al eterno descanso inesperadamente durante mi estancia, pienso en ella, con tanto cariño, en ese día de su cumpleaños 70 disfrutando un delicioso banquete de comida típica de mi tierra y  aquella foto que se quedo plasmada entre sus flores, las orquídeas. Ahí sigue presente y seguirán las mujeres queridas para recordarlas toda la vida.



La vida se disfruta con una mezcla perfecta de ingredientes:  alrededor de una buena comida en compañía de la familia, de los amigos, y de las tías ¡ más queridas! Pienso que el tiempo es oro como un segundo es la vida y se alegran los corazones   a veces acompañados de penas y cuando vuelven las ¡alegrías!, así en un abrir y cerrar de ojos cuando vuelve la ¡primavera!



Me decía mi querido esposo, -Aquí a pesar de todo siempre se habla de comida..- Así es, le conteste- -¡Es parte de nuestra cultura!-, aquí las tías te traen el bocadito, el dulce, el pan, las gelatinas, y sus buenos deseos. Así que  para concluir este pequeño homenaje , sigamos con un poco de un buen bocado!!




Pollo en salsa de "chile Morita"


4 pechugas de pollo partidas por la mitad
1 taza de leche
1/2 cebolla
3 dientes de ajo
1/4 taza de aceite de oliva
150 gramos de ciruela pasa deshuesadas
3 chiles morita remojados en agua caliente
2 jitomates asados
1 hoja de laurel
1 taza de vino tinto
1 taza de caldo de pollo
sal y pimienta al gusto

Preparacion:

Se remojan las pechugas en la leche durante una hora. Mientras se prepara la salsa: se fríe la cebolla y los ajos en el aceite con los jitomates previamente asados, cuando se han acitronado se escurren y se muelen en la licuadora junto con la ciruelas pasas, el vino y los chiles. 

Se escurren la pechugas y se fríen en un poco de aceite de oliva por ambos lados sin que doren y se añade la salsa, la hoja de laurel y se sazona con sal y pimienta. Se deja cocinar 20-30 minutos, ó hasta que las pechugas estén suaves.

Se puede acompañar con arroz al gusto: blanco, (basmati), a la mexicana.

Hasta la próxima!