domingo, 30 de octubre de 2016



Otoño de notas, de luz y pan

Es una tarde especial y me llega tan claro como esta luz brillante,  aquel aroma de pueblo y el olor a leña, tiempo de otoño. Estamos en el mes de octubre casi noviembre lo cual me remite fragmentos de la infancia, en aquel pueblecillo de nuestra  nana Chuchita. 



A las 6 de la  tarde era la hora, en que la estela de aroma de leña quemada llegaba a nuestro encuentro, como el sonido de las campanillas de las vacas al pasar a un costado de la casa de nana, resonaban como un eco, cuando regresaban a su paso lento de pastar por el campo, nos anunciaban la siguiente actividad, formaba parte de la rutina en el pueblo y  nosotras estábamos de visita. 


A unas cuadras de la casa de nana Chuchita y Chepinita (hermana de nana), se encontraba el horno de pan,  en casa de “tía fulanita”, era común llamar por tía a casi a todas la señoras del pueblo. A mi me parecía en aquel entonces como si todas las señoras de la comunidad fueran parientes.  Las calles estaban alfombradas por la arena que había dejado el volcán Paricutín. Más de 40 años, más o menos, habían transcurrido desde aquel evento,  mi hermana pequeña y yo teníamos entre 8 y 9 años. -¡Vamos por el pan!- Era una buena aventura: cuernitos, puerquitos , semitas, de trigo y de sal, de dulce, de huevo. Lo que más me gustaba era el pan en forma de puerquitos, pues eran como galletas crujientes y más recién salidas del horno de leña. A veces con las sobrinas de Nana o sola, íbamos brincando y esquivando algunos caminos de agua que se hacían por tanto llover.



El camino a buscar el pan  ya era emocionante, estábamos ahí presentes, con los 5 sentidos bien puestos : la vista, el oído,  el olfato, el gusto y el tacto.  Al llegar a la casa de la tía "tal",  que no recuerdo bien del nombre, pero la cuestión es que  llegábamos y tocábamos a la puerta de la casa.  Se veía el humo de la leña, dibujado entre la luz que entraba por las pequeñas rendijas del techo dañado por el paso del tiempo y el humo de leña, claro. El olor era impregnante y, el sonido que hacía el panadero al sacar con aquella pala larga el pan me hacía salivar.




Ya salían los primeros- -¡Que rico!-  Y ya después probar  las galletas o sopear en el chocolate en agua en olla de barro, que preparaba Chepinita, era tal habilidad con el molinillo que se derramaba la espuma de la olla.






Por fortuna nuestra la ciudad, teníamos una panadería clásica donde hacían el pan también el típico pan en horno de leña, y lo divertido era que hacían un versión en tamaño pequeño. Así que cuando queríamos jugar al restaurante. Solía ir en busca del pan “chiquito”.

Especialmente, era yo quien quería ir por el pan: las conchas, las batidas, las semas, los cuernos, las engranilladas. Por supuesto tenía algo de dinero que había ahorrado, para ir a comprar, y poder jugar al siguiente día. Así comenzaba el juego del restaurante, yo era la dueña y cocinera del negocio. Mi hermana pequeña era la que atendía el local y yo preparaba las batidas “tortas” “bocadillos”, con los frijoles exquisitos de la nana Chuchita que tenía listos para el taco de cada día. 

Nuestra vecina Normita era quien probaba aquellas ricas y pequeñas tortas,  pues ella era de muy buen comer. A 50 centavos con frijoles chiles jalapeños en vinagre y un poco de queso que tomábamos de la cocina .  El restaurante estaba bien decorado, con una mesa  pequeña y cuatro sillas, una vitrina donde colocaba el pan y el resto de los ingredientes y una pequeña caja para cobrar, normalmente eran pocos clientes. -¿Que va a querer? preguntaba mi hermana a la clienta, éramos felices al menos yo si que lo recuerdo con ese gusto.  El restaurante se encontraba en uno de los patios de la casa, donde las macetas hacían como marco del local, todas llenas de flores -¡Cuidado con mis plantas!- Decía mamá preocupada. Ese juego era parte de nuestro pequeño universo, como el país de Liliput. Al contar esta corta historia se revelan los recuerdos como un paseo, y con aquel pan recién horneado. 




Vuelvo a poner los 5 sentidos, justo porque ahora me decido a hacer pan. Pan hecho con masa madre o levadura natural fermentada, que yo misma he preparado. Por lo pronto voy a poner en práctica un tipo de pan estilo escandinavo, un pan de tradición, con harinas ricas en fibra, con semillas enteras, y frutos, secos, especias, algo que es favorecedor para la salud,  con eso que con los años se ha encarecido la calidad del buen pan. Sin embargo hoy en día empieza poco a poco a haber consciencia de volver hacer pan de calidad.  Hacer pan con masa madre, es todo un ¡arte!









Mi pequeña hija que quiere ayudarme a hacer el pan o como cuando hacemos algunas galletas, me pregunta emocionada: 
 -¡Mámi! a qué hora puedo chupar la ¿cuchara?,  algo típico en los niños. Tal vez cuando crezca recordara algún aroma, sentirá alguna emoción. 




Algunos aromas con sabor de pan estilo escandinavo,  de su país natal u otros que le recuerden como cuando quería chupar la cuchara o hasta limpiar el recipiente de la masa. 



Pan de cosecha Escandinavo.


Por el gusto de disfrutar y comer saludable!

domingo, 25 de septiembre de 2016





¡Como agua, que se nos va septiembre!


Así transcurría ese lapso, de camino en un taxi al regreso del sur de la ciudad, entre esas vistas urbanas, por suerte alguna avenida con semáforos sincronizados y la conversación con el chofer,



 ,un señor probablemente de unos 60 y tantos años de edad.   Me decía, suspirando:  -¡Se acaba septiembre! y se acaba el año, luego llega octubre, noviembre y diciembre, después  se espera el día doce de diciembre:  día de la Virgen de Guadalupe y ¡ya! se acabó el ¡año!- Ah, y  entramos en ¡Enero!. –¿cómo?, -¡ A ver señor espéreme tantito!-, le contesté también con un suspiro. 




 Y siguiendo la conversación. - Si señor, es verdad, pasa el tiempo volando.  El comentario del chofer me había hecho gracia, sin embargo también me había causado cierto sentimiento. El trayecto continuaba y  pensaba en alguna paradoja :  “la vida se va como el agua pero hay más tiempo que vida”. Recuperar el tiempo ya no es posible. Pero entrar en la acción de disfrutar a consciencia los momentos, eso sí que se puede hacer, antes de adelantarnos tanto. Como festejar cada ¡tradición!


Y por ser  este aún el mes patrio hasta el final, hago cierto honor: “Banderita, banderita, banderita tricolor me recuerdas al anciano que hizo libre mi nación, tenía blanca la cabellera, rojo el fuego del corazón, verde de la esperanza de liberar nuestra nación”.

Esa poesía se reveló como un recuerdo en automático, del tiempo de la infancia, entonces nos hacían aprender de memoria, y recitábamos con enjundia, a veces como pericos solo repetíamos y repetíamos para recordar las efemérides patrias. Inevitablemente esos fragmentos de la niñez se manifestaron en mí, como aquellas fiestas de la adolescencia, para brindar y gritar  ¡viva México! , a pesar de lo que pese por eso de los tiempos que corren...  Pero, ¿que es la patria? me pregunto el chofer,  a lo que conteste: La tierra de nuestros padres, tierra natal, etc. ¿no?  



Llegue a mi destino y me despedí del chofer casi cortándole la conversación tan amena. El trayecto continuó a otro destino al día siguiente, cuando tomamos el autobús hacia mi ciudad natal de Uruapan. 



Venía pensando en los platillos típicos mexicanos, pues ya empezaba a tener hambre y pronto estaríamos en casa de mamá,  ganas no me faltaban de comer algún antojito mexicano y cantar o por lo menos de tararear alguna de esas típicas canciones, o a propósito para recordar a Juan Gabriel que justo partió al mar del silencio, y que dejó un gran repertorio de canciones para seguir  cantando cuando lo amerita la ocasión. 



Tan solo  fue querer con el corazón las ganas de festejar, a pesar de mi cansancio de ese día largo.  -Pero ¡que  sorpresa! al llegar esa noche a casa.   Mi hermano J , nos había preparado algo especial en “petit comité”. 


 Eran esas ­deliciosas enchiladas, guisadas con esa salsa de chile guajillo, y toda su guarnición. ¡Vaya!- que le quedan tan  -bien, casi como la ¡misma! receta de la Nana Chuchita.  Aquel aroma de las enchiladas viajo más allá.


Tal vez no sea la mejor foto pero estaban ¡deliciosas! 

Imágenes venían de la nana con su sombrerito o su paliacate atado a su cabecita blanca y que usaba  cuando cocinaba,  algo especial y para tantos. -¡Que aquellos tiempos de oro!, se reviven de pronto, como cuando invitábamos a los amigos a comer por algún cumpleaños, o algún día especial y preparaba esas exquisitas enchiladas hechas con tanto cariño y su  inigualable sazón.



Que fin de semana paso así como agua que lleva el río , en mi ciudad natal, lleno de alegrías, nostalgia, de amor y de agradecimiento! por los que están y los que ya están descansando.


Y yo sigo con ganas de platillos ¡mexicanos! Así que les dejo una receta de inspiración para seguir con los antojitos.  

Este antojito es muy sencillo y sano  con poca grasa, es rico en calcio, hierro , vitaminas y proteínas, para no sentirse culpable de tanto festejo! y no puede faltar FALKSALT ,  sal de escamas para dar el toque final a tu platillo.

Sopecitos de Frijoles  y atún  a la parrilla.

Ingredientes para 6 sopes

-6 Sopes de maíz
-2 tazas de Frijoles negros cocidos con hoja santa
-250 gramos de Atún fresco 
-Pimienta fresca
-Sal de mar
-Aceite de oliva

El atún se corta en cubitos de 2 a 3 cm, se prepara la parrilla o plancha a fuego mas bien fuerte,  se añade el aceite a que se caliente un poco, se pone el atún y se añade la pimientas y la sal , hay que cuidar que quede dorado de fuera y poco cocido por dentro y se retira. El atún tiene que quedar suave por dentro ya que si no puede quedar muy seco.



Los sopes se calientan o si se quieren hacer recién hechos, buscar una buena tortillería que tengan una buena masa.  Se  añaden  los frijoles en el sope, y después el atún que quede como un volcán. Se añade la salsa de conejo y se aliña con un poco de aceite extra virgen, salsa a su gusto. Y el toque final de la sal FALK SALT al gusto. 

Se puede acompañar con una salsa de aguacate, si prefieren con su salsa favorita!

Salsa de Conejo:

Ingredientes:

-2 jitomates en cubitos
-1/4 cebolla finamente picada
-1 chile serrano al gusto picado
-1 puño de cilantro fresco picado
- El jugo de medio limón
-Sal de mar al gusto

-Se mezclan los ingredientes  se aliña con un poquito de aceite de oliva.


Salsa de Aguacate:

-1 taza de tomates verdes
-1 aguacate
-chile serrano al gusto
-sal y pimienta al gusto

-Se muelen todo los ingredientes en la licuadora a que quede una salsa tersa.

Y buen provecho!