martes, 23 de agosto de 2016

El viaje de Emilia



Dibujo hecho por Emilia


Salí a correr por el  bosque  esa mañana,  justo cuesta abajo a lado de la casa de los padres de B. Me había imaginado a misma en esa escena  unas semanas antes de tomar el avión rumbo a Suecia.  Tenía ganas de volver a sentir el aire fresco y  puro de ese país y de esa ciudad Estocolmo, capital Escandinava que se cobija de inmensos bosques, y plácidos lagos. 



Al principio pensé que no correría ni 3 kilómetros, pues llevaba un par de meses intentando recuperar nuevamente la condición y  había sido un poco lenta después haber enfermado del dengue.



Seguí por el camino de asfalto hasta llegar al bosque y continuar por la vereda que lleva hasta el lago, empecé a correr a mi paso, pero eufórica de sentir  ese calor fresco de verano nórdico. No sé si sería que estaba inspirada, o por el conjunto de las 2 situaciones: estar al nivel del mar, y la inspiración que hicieron que mejorara mi condición.  Es evidente claro, sentirse más liviano y   llenarse los pulmones de aire puro con semejante naturaleza.




El caso es que note un cambio, pues me sentía recuperada y con más fuerza. ¿Pudo haber sido la gran diferencia de salir de una ciudad como México tan contaminada y por la altura:  2,700 metros sobre el nivel del mar? . Seguro que afecta a unos más que a otros, son tantos millones de habitantes en ese valle él cual deje hace unos días, que es realmente impresionante pensar que un día fue un paraíso, y si no fuera por la terrible contaminación, el clima en esta ciudad sería ideal. 


Mientras seguía corriendo por el camino a veces sinuoso a veces plano, admiraba el paisaje verdoso, y el azul claro de la mañana , del otro lado del lago se asomaba una que otra casa típica de madera y techos rojizos, un faro moderno justo a la orilla del lago.  Todo era casi calma, hasta que de pronto me pegue un susto, y paré en seco al ver  un venado en mi camino. El venado como hipnotizado se encontraba a no más de 3 metros de mí.  Sentí la mirada clavada observando, no se si me miraba, sonreí, y di un paso ligero hacia adelante  pero el venado salto rápidamente y se volvió a internar entre los árboles.  




Yo seguí la ruta y  seguí con mis pensamientos, escuchando al mismo tiempo el murmullo del viento, de los pájaros como si tuvieran una tertulia a esa hora de la mañana, la algarabía era la mía entre mis pensamientos, pensaba que faltaba poco para que llegará Emilia mi sobrina. Imaginaba que ya pronto llegaría y me sentí feliz. Recordé que a  sus 15 años ya sería su segundo viaje a Suecia. Pensé en ella de pequeña metiéndose en mi maleta cuando llegaba de visita a casa pues yo vivía entonces en España, jugábamos a que se  metía en mi maleta, -¡llévame tía! Lo soñé y lo imagine, que un día compartiríamos un viaje­­­­, para entonces ni siquiera conocía a B y menos pensé que nos encontraríamos en un país como de cuento , tan al norte en este continente.



Llego el día , y la recordé  con la misma sonrisa de pequeña,  así fue cuando nos encontramos en el aeropuerto, ella llegaba de su estancia en Alemania donde había hecho una parada para ver a su prima Y. Como ha cambiado el mundo pensé, el mundo se ha vuelto más pequeño,  y la gente viaja de alguna manera con más facilidad.  La vi convertida en una mujercita, bella, esbelta, llena de vida . Entonces, la abracé y le dije: bienvenida M. ¡Here we are!,  Aquel sueño que tuve se había hecho realidad.



Teníamos algunos planes para su estancia, como pasear y mostrarle algunos lugares que no había visto en el primer viaje cuando vino con mis hermanos,  hace ahora un poco más de 3 años cuando nació mi hijita. Salimos algunos sitios que aunque ya había visitado , me veía en ella como queriendo decir estos instantes son mágicos aprovechemos.  





La note muy observadora en algunas ocasiones, a los 15 años uno quiere comerse el mundo, ¿qué estará pensado?


Aquí estamos, el verano es tan maravilloso, como oscuro y deprimente el invierno. Creí que Emilia recordaba que el sol se metía casi a media noche, la primera noche fue tal vez extraña, más que mágica.



Así pasaron los días de actividades, de paseos y algunos  festejos. 




Hicimos algunas excursiones en coche, fuera de Estocolmo como a navegar en el mar Báltico en el barco del papá de B, un señor  apasionado por la navegación como es  natural por lo general para los escandinavos  y aunque creo que no tiene la misma energía para hacer grandes recorridos, es como darle la medicina de la felicidad, pero bueno esa es otra historia.




 Viajamos también en  ferri para ir  la  Isla de Åland y  pasar un par de noches a la casa de verano de unos amigos. Åland es una isla que se encuentra entre Suecia y  Finlandia, no sabía que  pertenece a Finlandia apenas unos 100 años. 




En algún momento  pensé que tal vez Emilia se aburriría, pues al llegar a la isla e ir  recorriendo  unos kilómetros hacia el norte y luego dirigirnos  a la estrecha carretera e internándonos en el bosque, me dije estamos en el medio de la nada, -¡Esto es maravilloso!- Nos perdimos un momento pero  llegamos después  de atravesar un trozo de terracería, ahí nos esperaban nuestros amigos el escenario me recordó aquella película Española “El círculo polar” . Al ver 3 casas solitarias con vista al lago y al pequeño muelle. Un paisaje impregnado de silencio y calma.







 Era el paraíso perfecto para aislarse así como el tío de nuestro amigo quien vive en una de las casas las 4 la estaciones del año –Espero que no te aburras, le dije a Emilia pero me contestó con su calma :
-¡no tía,  es agradable! - Como casi cualquier “teenager” entre los adultos, ella estaba en lo suyo, durmió un largo rato esa tarde, tal vez la calma la arrullo tanto como a nosotros.



Al siguiente día quisimos probar  nadar en el mar báltico, el agua era fría, así que nos preparamos psicológicamente.- ¡Vamos! – dijo Emilia sorpresivamente  y salto -¡Que Valiente!- Le dije. Es como meterse en una tina con hielos pero después te sientes ¡renovada! estaba con los ojos abiertos, y temblando del frío en pleno verano.



 Los días se fueron volando como pasa el verano , creo que Emilia se llevó muchos recuerdos, un viaje tal vez inolvidable.













Y entre otros recuerdos les comparto una de mis recetas, inspiración en ese tiempo de verano, en ese viaje a  Suecia.  

Esta receta es muy sencilla rica y nutritiva, perfecta para este tiempo y para disfrutarla de buena compañía!

SOPA DE JITOMATE ASADO CON LECHE DE COCO

Para 4 personas

7 jitomates medianos
¼ de taza de ajonjolí
½ cucharadita de comino molido
2 a 3  tazas de leche de coco
½ taza de agua hervida
cebollino  fresco para decorar
un rebanada de pan tipo baguette (dorado en aceite)
sal al gusto

Se asan los jitomates, y se les quita la piel,  se tuesta el ajonjolí, se dora el pan en un poco de aceite y se escurre. Se ponen estos ingredientes en la licuadora, se añade el comino, la sal,  la leche de coco y el agua caliente. Se licúan bien hasta que quede una consistencia cremosa. Se pone al fuego medio durante unos 10 minutos. Se sirve en tazones y se decora con cebollino finamente picado, o una ramita de romero y un toque de sal  (FALKSAL) de chipotle y si no con un toque chile seco.  

Tips: se puede acompañar con totopos, o pan sueco de semillas!

Pregúntame si te interesa saber más de recetas ;-)

Buen provecho, y hasta la ¡próxima!