viernes, 9 de marzo de 2012

La Casa de Nana Chuchita y el sabor de su cocina




Hace un tiempo, habrá sido un año antes de morir mi padre, le pregunte: ¿Y porque escribes? A lo que él me contestó: se escribe por muchas razones... hay una necesidad básica dentro de nosotros y  la necesidad obliga. Aquí estoy y me siento en la obligación de escribir esta historia que merece la pena contar, no solo para mi, si no para compartirla.

 Dedico con cariño a mi familia y amigos que han conocido a esta bella mujer, María de Jesús Mendez, "Nana Chuchita".




Un recuerdo que dejo


¿Con qué he de irme?
¿Nada dejaré en pos de mi sobre la tierra?
¿Cómo ha de actuar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Dejemos al menos flores
Dejemos al menos cantos

Estrofa de un poema de Nezahualcoyotl.







Recostada en un viejo sofá que perteneció al consultorio de nuestro padre durante una época y que un tiempo más tarde vino a formar parte de esta habitación de Nana Chuchita, en su casa de Zacán, (en la sierra Purepecha). Me acomodo en la calma para repasar cada rincón de este espacio, momentos del pasado me encaran y afloran como una sintonía que reconforta y al mismo tiempo conmueve el corazón pues parece concluir el comienzo de una despedida o un reconocimiento que me induce a reflexionar sobre ese misterio de la vida que no perdona y siempre llega en donde estemos. De ángulo a ángulo recorro la habitación, los objetos que han tomado un lugar y un peso significativo con el tiempo para Nana Chuchita y para nosotros sus hijos. 



Se respira el recuerdo de las fotos, nosotros de pequeños, de adolescentes, las fotos de nuestros papas, las fotos de la nana con su marido y su hijo, también otras fotos con sus sobrinos, algunos están lejos “del otro lado” ( en los Estados Unidos). Miro el altar o como si lo fuera, repleto de figurillas y otros objetos. San Lucas el patrono del pueblo, San Fermín , el Sagrado Corazón, algunas flores de plástico, un toro de barro en ofrenda para San Lucas, algunas postales y más recuerdos de algunos de nuestros viajes. 




Nana Chuchita, su hijo, y su marido.


 
Mi mente se despliega entre tantos momentos que conforman nuestros pasos por esta tierra Purepecha. Entre risas y juegos,  y los cuentos como un toque final para despedir el día, así nos contaban historias y cuentos la Nana junto con su hermana Chepinita, en tantas noches de nuestra estancia por el pueblo.  El ruido de las tormentas formaban parte del escenario en esta geografía y la salida de "tata huriata", (en lengua purepecha), de papá sol, brillando después de la lluvia. Ir al molino a moler el nixtamal y luego la llamada para almorzar era un ritual, los frijoles de la olla y las tortillas recién hechas a mano y en el metate , el chile de molcajete; o las tardes para la merienda un chocolate en agua con pan recién hecho, las rosquitas de agua (así le llaman de "agua" a este tipo de pan) y el pan de natas. 




 No, nos importaba el olor del humo en nuestras ropas por las brasas de la leña, por el fogón de la cocina, tampoco la arena o ceniza que un día dejó el volcán Paricutín (en 1943), primero una llovizna de ceniza y luego dejando como una alfombra en los pueblos aledaños para recordarlo cada día y de nuestros paseos. 

Chepinita, hermana de Nana Chuchita. Retrato pintado por el Dr. Arturo Pérez Coronado

El volcán Paricutín ( Pintado por el Sr. José Castillo)









Entre largas jornadas, aunque lleváramos buenos zapatos o a veces hasta descalzos, recorríamos las calles del pueblo, el cerrito y Tata Res, sentíamos la arenilla entre los dedos de nuestros pies y entre los charcos caminábamos ya empapados bajo la lluvia, tampoco importaba, ahí estaba Nana Chuchita esperándonos con su rebozo purepecha y con una gran sonrisa. El gran regocijo de solo  disfrutar, de jugar y comer, hacían de nosotros los niños más felices del mundo. 

A veces en espera de las fiestas tradicionales  del pueblo en honor al santo patrono San Lucas, recorríamos la feria entre el barullo de la gente, era un despliegue entre puestos de artesanía local, loza de barro, dulces, miel , panes, frutas regionales como de otras atracciones, el Festival de Música Purepecha que entusiasmaba tanto a Nana Chuchita, como a nosotros.






Y fuimos creciendo, haciendo parte de la vida de Nana y ella parte de la nuestra, quizás algo habremos remplazando o sido bálsamo para apaciguar el dolor por su hijo que murió cuando tenía solo un año de vida, y su marido que la abandonó para irse al “otro lado” Llego gracias a nuestros padres, al principio ayudó a papá (médico partero general ) quien le enseño y asistió como comadrona en algunos partos de mamá así vió llegar al mundo a algunos de mis hermanos, de eso han pasado un poco mas de 50 años que llegó y vino a formar parte de la familia. No sabremos su dolor, pero tal vez  la vida le haya recompensado con nosotros como sus hijos. Y para nosotros que haya llegado como una bendición a nuestra existencia.


 
Esta bella mujer nos deja un registro, nos ha enseñado su paciencia, su sencillez y la pasión por la vida. 






Con estas vivencias y al paso del tiempo nos ha permitido corroborar y comprender aun más nuestro mestizaje y nuestras raíces, para no olvidarnos de donde somos y de donde venimos. 





 Así ha sido a lado de nuestras tradiciones, escuchando la música purepecha, sus canciones las pirekuas , a la “La Josefinita” escrita por un primo de Nana (Juan Méndez Medina). Recordar cada año el día de todos los santos, de esa magia intrínseca en esta tierra, con el ritual de sus ofrendas de, panes, dulces, flores de cempaxúchitl, de platos típicos y autóctonos. Una alegoría, un canto en  honor por esta fiesta llena de alegría de  dolor, de amor a la vida y resignación por la muerte.





Cuando se es niño, solo el instante es certero y la inocencia es el juego de la vida. 




 Aquí y ahora esta la niña la adolescente y la adulta...continúo en esta habitación, y mas allá de los objetos observo las paredes de fuerte adobe, la pintura desgastada por el tiempo, las puertas, los techos aunque deteriorados como es natural... son macizos como Nana, pero que igual se deterioran. En su habitación hay 3 camas, la que perteneció a su hermana Chepinita, la de visitas, y la cama que solo ocupa ella. Después de no verla varios meses noto que se hace más pequeña, sus huesos se van reduciendo, como una niña pequeña, su cuerpo responde cada vez menos, ella es consciente. Sabía mujer revela su fuerte carácter, y una gran fortaleza como de roble, sin embargo todo tiene su tiempo, ese momento de aceptar con resignación los designios de esta travesía.




Desde aquí imagino a Nana Chuchita con su gran sonrisa, luciendo su rebozo de lana y sus planas de oro (arracadas en forma de luna típicas en esta región). Su rostro lleno de arrugas tan delineadas reflejan su amor y su entrega incondicional. Las venas de sus manos se van adelgazando, las células del organismo siguen su ritmo. Ya son tantos años por esta breve y larga vida. La doctora dice al ver sus venas, que se le calculan unos 97 años tal vez un poco mas, pues ella no lo recuerda. Así han pasado los años de momentos, de instantes y que solo se quedan en el recuerdo para contar, para escribirlos y no olvidarnos. 




 Nana Chuchita que hora solo ocupa un pequeño espacio de esta cama donde reposa, se alegra de la vida y lúcida nos recuerda y repite cosas, así enfrenta su destino. Así  poco a poco nos vamos despedimos de ella, y  ella se va despidiendo poco a poco de nosotros, esta cansada naturalmente, si son 95 o 97 años... De repente se queda callada y su mirada se vuelca hacia el techo al silencio total,  ¿ Que pasará por su mente?, que se escucha a veces un murmullo, seran sus rezos, pedira por la salud, por la esperanza, por sus hijos,  ¿la gloria?.



Quizás  recordando los pasos del tiempo que no volverán, ¿recordará a sus hermanos que se fueron antes que ella al otro mundo?, ¿recordará a caso a su hijito que apenas piso esta tierra y un año más tarde murió de enfermedad?, ¿recordará al marido que la abandono para ir a trabajar al “otro lado” (Los Estados Unidos) y nunca volvio? así sean sus pensamientos... Lo que si es claro es que su destino era otro por que si no, no estaría contándoles esta historia y que mejor haber ganado 5 hijos aunque no los hubiera parido pero como si hubiera sido. Es un misterio la vida que da y quita y vuelve a dar esperanza. 

Las flores del jardín de Nana.

Nana Chuchita,  al final de sus días nos deja cantos y flores. Ella nos dice con orgullo que es famosa, que también aparece en un Libro llamado "Paranguas" Hogar de manjares Michocános (cocina Purepecha). Y para nosotros un orgullo más, este libro que me hizo derramar una lagrimita cuando lo encontré en una librería de Barcelona.



     








Aquí concluyo esta breve historia por que si entráramos en detalles terminaría por ser una novela, por lo que lo dejo aquí con una receta que vino como un flash en mi recuerdo, del sabor de la cocina de Nana Chuchita... de uno de tantos platillos que solía preparar con tanta devoción para algún domingo o evento especial. Desafortunadamente no encontré aquellas fotos de esa ocasión cuando cocinó este platillo tan delicioso en una de mis visitas. Todavía no lo preparo en este lado, pero seguro lo haré cuando tenga mi propio metate, que un día traeré conmigo en uno de mis viajes de regreso a mi tierra y para hacerlo más ¡auténtico!


Pacholas  o Totopos de carne

1/2 kilo de carne de res, molida
1/2 kilo de carne de cerdo, molida
1/4 de jitomate asado
12 galletas saldas
2 ajos
2 chiles anchos remojados
2 cominos
2 huevos crudos
1 clavo
1 lechuga orejona
. Papas rebanadas 
. manteca de cerdo ó aceite de maíz
. orégano y sal al gusto


Se muelen los chiles anchos, con los ajos, el orégano, las pimientas, la sal al gusto, el clavo y los cominos. Todo lo que se ha molido se agrega a la carne y también las galletas molidas y los huevos crudos enteros. Se amasa muy bien y se pasa a un metate para sacar las carnes en tiras del tamaño que se desee. Se fríen en la manteca o el aceite muy caliente, tambien se fríen las rebanadas de papas que no tienen que quedar muy fritas. Se sirven las Pacholas o Totopos, con salsa, las papas y la lechuga.

Receta aprox para 8 personas.



 Gracias a nuestros padres por este regalo tan inmenso.



3 comentarios:

  1. Me ha encantado todo cuanto se dice de la nana.
    He tenido la gran suerte de conocerle y fuí yo la que la lleve hasta la iglesia donde se casó Grisel.Fue un viaje en taxi de lo más divertido.
    La hemos tratado muchos de los amigos de esta gran familia, y todos la recordamos con un cariño muy especial.

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  2. QUE CONMOVEDOR , ME HACE PENSAR EN LAS OCACIONES QUE ACOMPAÑE A TU FAMILIA A VER ALA NANA CHUCHI AQUIEN QUISE , Y RESPETE MUCHO Y QUE AHOR A CON ESTA REMEMBRANSA, ME HACE, CONMOVERME MUCHO QUE BONIYO GRISEL,Y QUE CONMOVEDOR .......QUE PENA , QUE YA NO ESTA CON NOSOTROS PERO ESTOY SEGURO QUE AHORA ESTARA GOSANDO DE UN MEJOR PARAISO ALADO DE DIOS Y DE TODOS SUS ANGELES ,,,UN ABRAZO FRATERNAL, Y UN AGRADECIMIENTO ESPECIAL POR COMPARTIR ESTO, CON TODOS NOSOSTROS, TQM . GRISEL MUCHAS BENDICIONES PARATODOS ......PP

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  3. Qué lindo texto mi Gris, muy inspirado! Sigue así, alimentandonos cuerpo y alma! (se antoja más comer estas delicias preparadas de tus manos que prepararlas yo misma!!). Un gran abrazo, siempre me encanta leerte...

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